jueves, 11 de septiembre de 2008

El caminante entre horas y noches de alcohol

La marea sube pero él siempre permanece sujeto a la area, ni el viento mece sus cabellos en la noche, ni pestañea un segundo cuando el levante se muestra presente por la playa serena, vacía, sola. Las olas recorren su cuerpo cuando la marea sube, sus tobillos se hielan, su piel se congela lentamente entre las gaviotas de invierno que revolotean por encima de sus ojos. Él espera, como siempre, paciente y lleno de sueños por cumplir.

3 comentarios:

R. dijo...

La espera merecerá la pena si al final del cuento mira otra cosa que no sean gaviotas sino sus ojos.

OjosMiel. dijo...

Tener sueños por cumplir es justamente lo que hace que merezca la pena seguir.

saudade dijo...

Él espera, como siempre...