jueves, 25 de junio de 2009

Ahora tu prometes sueños a otras y yo sigo esperando tus promesas rotas

No quiero sueños ni tampoco promesas, ¿para qué? si luego todas se convierten en arena seca, en polvo de noches eternas y días demasiado largos oleando en la marea. No quiero ni siquiera tus promesas, tan efímeras como las sinceras palabras o la alegría, como la vida o la muerte; tan inútiles como las caricias sin amor, que no engordan, pero tampoco adelgazan. Así fueron tus grandes promesas: llevarme a Plutón; traerme todas las estrellas, las grandes, las pequeñas, las más débiles, las más etéreas; tocar el cielo con las yemas de los dedos; tener un palacio en la cima de las nubes más blandas y blancas que jamás fueron creadas. Pero sobretodo, juraste AMARME PARA SIEMPRE Y COMO NUNCA NADIE LO HIZO.
Pero la vida cambió. Ahora tu prometes sueños a otras y yo sigo esperando tus promesas rotas, olvidadas en el tiempo y todavía sin cumplir.


La vida nunca fue justa, tampoco debería de ser lo ahora.