domingo, 22 de noviembre de 2009

Los transeúntes en las calles de París

En los días crudos y fríos de invierno, los transeúntes paseaban por las calles de París. Algunos eran trabajadores que acababan de terminar su jornada, ellos, hambrientos y cansados, caminaban por las calles buscando el calor de su hogar. Por otro lado, estaban los mendigos e indigentes, que, sobre cartones y mantas despertaban de sus sueños perfectos para encontrarse, como cada día, con la realidad. También se veía a los ancianos, sentados a los pies de Notre Damme o en los bancos de cualquier calle o plaza, observando la vida de los errantes pasar y recordando la suya propia. ¡Y los niños! Ellos corrían y jugaban, nada les importaba el frío invierno o el caluroso verano, la lluvia o la nieve; saltaban en los charcos más profundos, ensuciando sus mocasines y sus trajes de domingo y por las tardes pescaban en la serena orilla del río Sena. Pero, después de todo este gentío, se revelaban los más tímidos, los amantes. Ellos, que vivían por amor y que toda su existencia se basaba en complacer a otra persona. Las caricias, las miradas, los besos y los abrazos eran su lenguaje; para ellos no había días especiales, todos los eran; ellos no caminaban en busca de su hogar, cualquier rosaleda, andén, cualquier jardín podía ser su cobijo durante días y noches; ellos nunca llegaban a despertar, vivían de sus sueños, pensando solo en el presente. Pero los amantes sí saltaban en los charcos, también corrían y jugaban a ser niños, y si los días amanecían soleados y sin nubes, pescaban corazones a la orilla del río Sena.

jueves, 25 de junio de 2009

Ahora tu prometes sueños a otras y yo sigo esperando tus promesas rotas

No quiero sueños ni tampoco promesas, ¿para qué? si luego todas se convierten en arena seca, en polvo de noches eternas y días demasiado largos oleando en la marea. No quiero ni siquiera tus promesas, tan efímeras como las sinceras palabras o la alegría, como la vida o la muerte; tan inútiles como las caricias sin amor, que no engordan, pero tampoco adelgazan. Así fueron tus grandes promesas: llevarme a Plutón; traerme todas las estrellas, las grandes, las pequeñas, las más débiles, las más etéreas; tocar el cielo con las yemas de los dedos; tener un palacio en la cima de las nubes más blandas y blancas que jamás fueron creadas. Pero sobretodo, juraste AMARME PARA SIEMPRE Y COMO NUNCA NADIE LO HIZO.
Pero la vida cambió. Ahora tu prometes sueños a otras y yo sigo esperando tus promesas rotas, olvidadas en el tiempo y todavía sin cumplir.


La vida nunca fue justa, tampoco debería de ser lo ahora.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Secretos del mundo













A veces pienso que morí al conocerte. Cuando cae la noche y desaparecen las nubes es solo tu deseo de mostrarme las estrellas, la nieve se calienta a cada paso por donde tu caminas y los días se hacen más largos según tus ganas de verme las pupilas.

En la nube del sexto cielo se ve el mundo tan diferente...




El paraíso no debe de estar demasiado lejos de ti.

jueves, 16 de octubre de 2008

La luna, las estrellas, el sol, el amanecer, los colores, el rojo, la pasión, las caricias, las cosquillas, el amor, los abrazos. Los secretos, las mentiras, el olvido, la tristeza, las lágrimas, la decepción, el negro. El azul cielo del invierno, el perdón, el arrepentimiento, el viento revolviendo nuestro pelo, los tornados, las gotas de agua en mis mejillas, las inundaciones, los rayos, las tormentas, el miedo. El lila, las caricias, el calor de la estufa sobre tu cuerpo, la nieve, el blanco, las nubes. Los paisajes de montaña en un cuadro, la pintura, el agua, la playa, el poniente arrancando la arena con susurros, los peces, el naranja, las vacaciones, los viajes, el mundo. Las hojas sin vida en el césped del jardín, el marrón, la lectura, las letras, las películas, las primeras historias sin titulo, las canciones, las noches largas sin estrellas, el universo, los animales, la vida, tu, nosotros.

martes, 14 de octubre de 2008

Los amaneceres fueron nuestra cueva cuando cayó la noche

Lluéveme con rayos, atácame con nubes, y si quieres vísteme con nieve blanca. El sol consigue desnudarme las entrañas en primavera pero la niebla nunca enfría nuestro aliento. Los amaneceres fueron nuestra cueva cuando cayó la noche; pero esta noche, mis estrellas bajaran para observarte si me extrañas. Mi locura no encontrará ráfaga de viento capaz de navegarla entre tus mares de sueño bajo la luna y hasta ahora, tus susurros sonaron demasiado lejos.

Las gotas de la noche han desbordado su caudal, fluyen dentro mío, nuestro, de los dos.

lunes, 13 de octubre de 2008

Ya no espero más palabras con remitentes de amor

Las palabras se atropellan torpemente entre mis labios, a raso, casi al suelo. Tus ojos, color de lluvia, color de vida, acarician dulcemente mis versos sin reparar en cada sílaba. Esta vez no hablaban de tierras encantadas, ni de todo nuestro amor corriendo en un mismo círculo donde todo eran mentiras tras traiciones y excusas que con lagunas en el tiempo nos habían hecho felices. Ahora las tierras encantadas han sido conquistadas por el viento, cosidas a mi alma con remitente desconocido y han dejado una gran herida que supura cada oleaje de madrugada por mi estúpida forma de no haber podido ver tus engaños. Pero ya te olvidé. Ya no eres el polvo que el oriente me traía repleto de lágrimas entre tiempo y tiempo. Ya no vienes con una ráfaga de lamentos y decepciones. Y YA NO VOY SUPLICANDO QUE ME AMES POR QUE SÉ QUE NUNCA SUPISTE HACERLO.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Me necesitabas, y yo a ti

-¿Por qué te enamoraste de mi?
- Me encantaba tu sonrisa a las ocho de la noche, sabía que eras diferente, no eras como los demás y se notaba en tu mirada. Eras una persona oculta que siempre probaba a enmascarar sus propios sentimientos. Sabía que necesitabas a alguien y que ese alguien tenía que ser yo.
- Pagaste un precio muy alto.
- Sí, pero te tengo a ti que eres lo más valioso del mundo y si tuviese que volver a pagar ese precio, lo haría sin pensarlo.