domingo, 29 de junio de 2008

La eurocopa

Ayer fué un día extraño, no tanto por la sensación que tenía desde que me desperté, que también lo era, si no por todo lo que paso y como ocurrió.

Eran las 18:05 de lo que fué una calurosa y larga tarde, llegué al pizzahut donde quedabamos siempre Chilla y yo. Como era de esperar, mi madre nos llevó al escenico a causa de que hacía nada más y nada menos que 38 fresquitos grados, y digo fresquitos porque nosé como salimos vivos de aquel horno. En cuanto llegamos, nos faltó tiempo para sacar las cámaras y fotografiar todas las preciosas flores que la primavera había arrastrado hasta estos días de sudor y calor, que en cierto modo era un sin vivir continuo, ya que ni a las 10 de la noche refrescaba lo más mínimo.

A las 18:57 concretamente Rubén nos llamó para saber dónde estábamos. Chilla ya había sacado el portatil y como buena novia que fui y soy, me ofrecí para buscarlo. Después de todo este maremoto de abrazos y besos nos dirigimos a una pequeña confitería que estaba cerca de la antigua U (que parecía que nos habíamos puesto de acuerdo todos para ir a la misma hora, por cierto). En seguida compramos chucherias, patatas y bebidas, y nos dirigíamos a encontrar a Rocío por la avenida. LLegamos andando casi al mamelón, concretamente al pizzahut donde había recogido anteriormente a Chilla. Hicimos unas largas llamadas a Gonzalo (propietario de la casa donde veríamos la final de España - Alemania) y a Ángela, su novia, una de las personas más simpáticas y cariñosas del mundo.

Tardaron apróximadamente 30 minutos en llegar y entre este tiempo la sed nos venció y tuvimos que abrir el sprite el cual se derramó y nadie lo quería por el sabor a química y gas que tenía.

Eran ya las 20:48 y nos encontrábamos en el sofá de la terraza de Gonzalo viendo el partido y comiendo patatas mientras Ángela y yo opinábamos sobre los jugadores más feos de Alemania y más tarde de España. Acabamos con la botella de cocacola, de sprite, el garrafón y el bote azul de cristal que también contenían agua, las cinco bolsas de patatas fritas y la de chucherías; entre esto, ganó España con un 1-0 a Alemania.

Las 10:45 marcaba el reloj cuando volvimos a caminar por la calle que hiba directa hacia la Plaza del Caballo (lugar donde mi madre me recogería posteriormente) y divisamos colores rojos y amarillos y mucha, mucha gente.

Al principio, solo parecían los típicos aficionados de fútbol quisiendo celebrar la victoria de su equipo pero cada vez empezó a llegar más gente. Algunos se montaron en la estatua de la Plaza del Caballo, la mayoría decidió ir en coche con la bandera de España pintada en la cara, o simplemente en tela, cantando y taponando toda la zona, yo me quería morir pensando en mi madre y en el gran atasco de muchedumbre donde la había metido. Los más hinchas tiraban petardos aunque otros preferían las vengalas en el césped, las cuáles parecían fuego por el tantísimo humo que hechaban. Lo peor llegó al final cuando un borracho sin razón cogió un extintor y apuntó a los coches que estaban en fila esperando para poder pasar, a ellos les entraba el humo a causa de las ventanillas bajadas, nosotros ya casi no podíamos respirar.

Habían pasado ya 10 largos minutos que me parecieron horas. Empezaron a correr todos los hinchas hacia nosotros sin razón y taponaron la única calle donde había oportunidad de salir. Yo me estaba volviendo loca, el corazón cada vez me latía más fuerte y la gente no dejaba de pasar, me estaba mareando y todos gritaban las mismas cosas: "viva españa", "hemos ganado", "la eurocopa es nuestra" y un largo eccétera.

Presa del pánico y de toda la muchedumbre que se venía encima nuestra corrimos Chilla y yo (Rocío y Rubén se quedaron allí esperando a Ángela y Gonazalo, donde habían quedado con ellos) hacia delante en busca de mi pobre madre, suplicando que todavia estuviese en la larga cola y no se hubiese metido en la plaza, con suerte de que diese la vuelta y pudiésemos salir de todo esto.

¡La encontré! Y en cuanto pude divisar su pelo rubio ni siquiera pensé en las motos que corrían a la derecha o izquierda, ni en los hinchas con banderas que nos rodeaban, me monté y solo quise abrazarla y pedirle perdón. Chilla se montó con nosotras, cerramos las puertas del coche con pestillo y nos dispusimos a subir por la acera siguiendo a los coches más listos. Un joven que estaba posiblemente borracho nos cogió el espejo retrovisor y nos lo metió hacia dentro (nose muy bien si para ayudar o para molestarnos). Seguidamente mientras mi madre intentaba maniobrar para subir la acera y no coger a nadie de los allí presentes inchas nos agarró el parabrisas y casi lo partió, estábamos con tantas ganas de salir de aquel follón que ni nos importó, metió la marcha y fuimos calle ariba hacia donde ya apenas quedaban coches, salimos, por fín, despues de 10 minutos.

Al tiempo sonó el movil de Chilla, era Rubén informándonos de que la muchedumbre estaba tan alterada que habían empezado a volcar todos los coches, mi madre y yo dimos un suspiro de alivio por la suerte que habíamos tenido al salir por la acera y no ver más aquellas banderas amarillas y rojas.

sábado, 28 de junio de 2008

El comienzo

Esta es la primera vez que tengo un Blogger y la verdad no sé muy bien como se utiliza pero ya le iré cogiendo práctica y aprenderé.

Me pareció buena idea, ahora que es verano, apuntar los días más importantes por aquí, las sensaciones y sentimientos más bonitos o enigmáticos y dentro de un tiempo, en el próximo otoño o primavera poder leerlos y recordar.
Por ahora no pretendo que esto se llene de comentarios y de que lo lea medio mundo, es más, prefiero que nadie lo lea, pero para quien lo quiera hacer tiene las puertas abiertas.

Quien quiera saber algo más de mi puede encontrarme en:
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